Cartas Pastorales

Contemplar el Evangelio de hoy jueves octubre de 2022

Día litúrgico: Jueves 27 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 11,5-13):

Jesús dijo a sus discípulos:

Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: “Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle”, y desde adentro él le responde: “No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos”.

Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.

También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.

¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquéllos que se lo pidan!

Palabra del Señor.

Reflexión

El Evangelio de hoy, es una catequesis de Jesús sobre la oración. Nos dice Jesús que pidamos con confianza lo que necesitamos a nuestro Padre celestial. Y que confiemos en que él nos va a dar lo que verdaderamente necesitamos. Afirma solemnemente que el Padre siempre nos escucha: «Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá».

A veces vemos que en la práctica esto no siempre sucede, que no siempre funciona así. ¡Es que hay que rezar con las debidas actitudes!

La primera es la constancia, la perseverancia. Hemos de rezar sin desanimarnos nunca, aunque nos parezca que nuestra plegaria choca con un rechazo, o que no es escuchada enseguida. Es la actitud de aquel hombre inoportuno que a medianoche va a pedirle un favor a su amigo. Por su perseverancia e insistencia, al final recibe los panes que necesita. Dios es el amigo que escucha desde dentro a quien es constante. Hemos de confiar en que terminará por darnos lo que pedimos, porque además de ser amigo, es Padre.

La segunda actitud que Jesús nos enseña es la confianza y el amor de hijos. La paternidad de Dios supera inmensamente a la humana, que es limitada e imperfecta: «Si, pues, ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo…!».

Tercera: hemos de pedir sobre todo el Espíritu Santo y no sólo cosas materiales. Dios nos concederá su Espíritu Santo. Nos concederá el bien pleno que Él nos prepara, no necesariamente el que nosotros pedimos, que suele ser muy parcial. Es como cuando Jesús pidió que “pasara de Él este cáliz”, o sea, ser liberado de la muerte. En efecto, dice la Carta a los Hebreos (5, 7) que “fue escuchado”, pero fue liberado de la muerte a través de ella, después de experimentarla, no antes. Y así se convirtió en causa de salvación para toda la humanidad. No sabemos cómo cumplirá Dios nuestras peticiones. Lo que sí sabemos –nos lo asegura Jesús– es que nos escucha como un Padre a sus hijos.

«La enseñanza del evangelio es clara: se debe rezar siempre, también cuando todo parece vano, cuando Dios parece sordo y mudo y nos parece que perdemos el tiempo. Incluso si el cielo se ofusca, el cristiano no deja de rezar. Su oración va a la par que la fe. Y la fe, en muchos días de nuestra vida, puede parecer una ilusión, un cansancio estéril. Hay momentos oscuros, en nuestra vida y en esos momentos la fe parece una ilusión. Pero practicar la oración significa también aceptar este cansancio. “Padre, yo voy a rezar y no siento nada… me siento así, con el corazón seco, con el corazón árido”. Pero tenemos que ir adelante, con este cansancio de los momentos malos, de los momentos que no sentimos nada. Muchos santos y santas han experimentado la noche de la fe y el silencio de Dios —cuando nosotros llamamos y Dios no responde— y estos santos han sido perseverantes.

En estas noches de la fe, quien reza nunca está solo. Jesús de hecho no es solo testigo y maestro de oración, es más. Él nos acoge en su oración, para que nosotros podamos rezar en Él y a través de Él. Y esto es obra del Espíritu Santo. Es por esta razón que el evangelio nos invita a rezar al Padre en el nombre de Jesús» (Papa Francisco).

¿Cómo es tu oración hacia Dios? ¿Tu oración es confiada e insistente? ¿Cuántas veces en tu vida has experimentado la bondad de Dios? ¿Qué pasa cuando sientes que tu oración ha sido escuchada?

Señor Jesús, tú nos dices que quien pide, recibe; quien busca, encuentra y al que toca, se le abre. Haz que seamos hombres y mujeres de oración constante y persistente. En la libertad de tu Espíritu, haznos desear lo que tú quieres y hacer lo que tú deseas. Sea nuestra oración básica el cumplir tu voluntad. Amén

Bendiciones.

(Visited 68 times, 1 visits today)