Cartas Pastorales

Contemplar el Evangelio de hoy jueves 25 de abril de 2024

Día litúrgico: 25 de abril: San Marcos, evangelista

Texto del Evangelio (Mc 16,15-20):

Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo:

“Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.

Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre a los enfermos y los sanarán”.

Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.

Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.

Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy celebramos la festividad de San Marcos, evangelista. Marcos pertenecía por su familia a la comunidad cristiana de Jerusalén. Siguió primero a Pablo en los comienzos de su misión apostólica y también cuando estuvo en prisión; y acompañó a Pedro, quien lo llamó “su hijo” durante su permanencia en Roma, hasta el martirio.

Según la tradición, fue el genial redactor del primer Evangelio, en donde recoge la predicación de Pedro a los cristianos de Roma, y fue también el fundador de la Iglesia de Alejandría.

El evangelio de hoy escrito por el mismo Marcos, nos sitúa en lo que es la esencia de la misión y nos hace ver cuál es el fundamento de donde surge la invitación a predicar por todo el mundo. Es el encuentro con Jesús muerto y resucitado el que suscita en el corazón de cada uno la necesidad de compartir esta Buena Noticia con los demás.

Predicar el Evangelio es la consecuencia de experimentar en nuestras vidas que Cristo ha resucitado; que hay una Creación nueva; que nosotros hemos renacido con él por el bautismo. De ahí es de donde nace el envío: “id por todo el mundo y predicad el Evangelio”. Si no hemos experimentado esto ¿qué vamos a anunciar?

Y este encuentro transformador da valor a todo lo demás. Los signos que nos acompañen serán eso: confirmaciones, señales que corroboren nuestra palabra y testimonio, pero no la esencia del mensaje que predicamos. Jesús nos asegura que él no nos faltará y su poder se hará manifiesto. Pero lo maravilloso no será lo esencial de nuestra predicación o, mejor dicho, lo más maravilloso no será necesariamente espectacular.

No olvidemos que el acontecimiento más trascendental de la historia, la Resurrección, se da en un sepulcro sellado, sin imponerse, sin testigos. Lo más espectacular de nuestra fe se da sin espectacularidades. Y Cristo resucitado se presenta a sus discípulos y viene a nosotros en lo discreto y cotidiano, en el trabajo, en casa, en lo de cada día.

Así también nuestra predicación está llamada a transmitir Vida en donde abunda la muerte, la soledad, el sinsentido en medio de lo más ordinario, sin imponerse con grandes y maravillosos signos que no den cabida a una acogida en absoluta libertad. Dios se encargará de lo que corresponda, pero no deberíamos estar pendientes de lo maravilloso. La Nueva Vida comienza en lo más corriente.

¿Por qué los cristianos guardamos silencio acerca de lo que creemos, a pesar de la llamada a la “nueva evangelización”? ¿Será que tenemos miedo, timidez? ¿Busco una experiencia fuerte con Jesús, para poder anunciarle? ¿Cómo podemos colaborar para que en todo el mundo se predique el evangelio que conduce a la fe y a la salvación?

Señor Jesús, para poder evangelizar necesitamos que estés en el centro de nuestra vida, de modo que, sobre todo nuestro testimonio, sea una ayuda para que otros quieran conocerte, amarte y seguirte. Amén.

Bendiciones.

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