Cartas Pastorales

Contemplar el Evangelio de hoy lunes 22 de abril de 2024

Día litúrgico: Lunes 4 (B y C) de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 10,1-10):

Jesús dijo a los fariseos:

“Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino trepando por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a cada una por su nombre y las hace salir. Cuando ha sacado a todas las suyas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.  Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz”.

Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.

Entonces Jesús prosiguió: “Les aseguro que Yo soy la puerta de las ovejas.  Todos aquéllos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta.

El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento.  El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir.

Pero Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia”.

Palabra del Señor.

Reflexión

El evangelio de hoy nos invita a seguir contemplando el rostro de Jesús Buen Pastor. Imagen que caracteriza la liturgia del cuarto domingo de Pascua. Hoy, sorprendentemente, el discurso del pastor no comienza con el «Yo soy el buen pastor», sino con la imagen de la “puerta”. Jesús da la pauta para los pastores de su rebaño: alguien es un buen pastor cuando entra a través de Jesús. Así, Jesucristo sigue siendo el pastor: el rebaño le “pertenece” sólo a El. Él tiene la autoridad, el privilegio y el derecho de entrar y llamar a sus ovejas y tomarlas consigo.

En primer lugar, se nos habla de un pastor que llama a sus ovejas una a una porque las conoce por su nombre; luego se nos dice que es un pastor que tiene un cuidado particular por su rebaño. Más aún es un pastor que quiere que sus ovejas tengan vida y la tengan en abundancia. En definitiva, las palabras de Jesús nos muestran que la característica típica del buen pastor es la del amor por su rebaño. En este sentido, estamos llamados a volver nuestra mirada al Pastor que ama a sus ovejas, que nos ama uno a uno, que nos tiene en su corazón.

Pero Jesús no es sólo el pastor que entra a buscar a sus ovejas, es también la Puerta la única manera de entrar. Es la única puerta para una real transformación. Quien entra por ella encontrará protección, dirección, provisión y vida tan abundante que puede perdurar hasta la vida eterna.

La sorprendente imagen de la puerta, que es la Persona de Jesús, puede traducirse para nosotros en la gran oportunidad de dejarlo entrar en nuestra vida, con la convicción de que si Él es quien viene a nuestro encuentro ninguno se perderá, nada se perderá. Su presencia hace que nuestra vida cotidiana sea una vida libre, una vida verdadera, una vida bella y una vida grandiosa, como las inmensas puertas de las grandes catedrales. Su Presencia, además, nos abrirá las múltiples puertas de la vida y nos ofrecerá la posibilidad de desarrollar las grandes potencialidades de nuestra condición humana.

La imagen de la puerta nos quiere convencer de que al abrir de par en par las puertas a Cristo encontraremos al Pastor Bueno, accederemos a la verdadera vida, a la vida abundante, a la vida eterna. Nuestro futuro queda envuelto por la esperanza que capacita para asumir la realidad presente con determinación, pues nada se perderá, todo se convierte en anticipación de una vivencia de plenitud, radicalmente abierta al misterio que asegura que no hay motivos para salir a buscar fuera lo que el Pastor ofrece en abundancia. Todo apunta a la afirmación dinámica de nuestra existencia.

Por tanto, mejor ir cerrando nuestras puertas y estar atentos a las voces que nos llegan. La gente resucitada sabe qué puerta escoger y que voz debe escuchar.

Nosotros, tantas veces distraídos y superficiales en nuestra relación con el Señor, somos llamados por él mismo a hacer una memoria grata del inmenso amor que nos tiene. Esta experiencia la podemos cultivar en nuestra cotidianidad, partiendo de la escucha asidua de su Palabra. Con esa apremiante necesidad que expresa el salmista: ¡Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo!

¿Cuál es nuestra puerta? ¿Cómo abrir la puerta al conocimiento del Misterio Pascual de Jesús para que los que han extraviado el camino que lleva a la vida abundante lo reencuentren y sean felices? ¿Cómo servir a los hombres y mujeres de hoy a fin de que encuentren la llave que abre la puerta al misterio de Dios?

Padre Santo, gracias por la autopresentación de Jesús como la puerta de las ovejas. Enséñanos a abrir nuestras puertas a Cristo sin miedo, con valentía, permitiendo que tu Espíritu Santo realice en nosotros la obra de la salvación y nos abra al misterio que conduce a la vida abundante. Amén.

Bendiciones.

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