Cartas Pastorales

Contemplar el Evangelio de hoy miércoles 9 de noviembre de 2022

Día litúrgico: 9 de Noviembre: Dedicación de la Basílica del Laterano en Roma

Texto del Evangelio (Jn 2,13-22):

Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó las mesas y dijo a los vendedores de palomas: “Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio”.

Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: “El celo por tu Casa me consumirá”.

Entonces los judíos le preguntaron: “¿Qué signo nos das para obrar así?”

Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”.

Los judíos le dijeron: “Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y Tú lo vas a levantar en tres días?”

Pero Él se refería al templo de su cuerpo.

Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que Él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.

Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy la Iglesia celebra la fiesta de la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán en Roma. La Basílica de Letrán es la catedral de Roma. Erigida hacia el año 320 por el emperador Constantino, es la primera de todas las iglesias de Occidente por la antigüedad de su dedicación y por su dignidad.

La catedral de San Juan de Letrán es el símbolo de la unidad de todas las Iglesias del mundo con la Iglesia de Roma, y por eso esta basílica ostenta el título de Iglesia principal y madre de todas las Iglesias. Su importancia es superior a la de la misma Basílica de San Pedro del Vaticano, pues es un santuario edificado sobre la tumba de San Pedro y el lugar de residencia actual del Papa, que, como Obispo de Roma, tiene en la Basílica Lateranense su catedral.

La Basílica, simboliza la construcción viva que somos todos los bautizados. La base de esa construcción es Cristo Jesús. No podemos olvidar lo que nos dice san Pablo, que también nosotros somos edificación de Dios, que nos ha edificado poniendo como fundamento al mismo Cristo. Esta es nuestra dignidad, somos edificación de Dios.

La Iglesia es siempre un edificio en construcción; todos somos “edificio de Dios”, que se ha de construir sobre Cristo; lo que, por una parte, nos hace sentir un respeto profundo a la comunidad y, por otra, nos compromete en una tarea coordinada de edificación y crecimiento; todos somos piedras y todos somos obreros de la construcción.

Las palabras de Cristo, después de la escena de los vendedores, nos indican la identidad de este edificio eclesial: el cuerpo de Cristo, o sea, Él mismo, el Señor resucitado, es nuestro verdadero Templo. Él nos convoca y reúne, Él nos llena de su luz y de su vida. Y nosotros vamos siendo su Cuerpo. Él es la Cabeza: nosotros, sus miembros.

Se trata de una visión dinámica de la Iglesia de Cristo, de esa comunidad que estamos construyendo en el mundo, como “luz de las naciones”, sal y fermento, punto de referencia y fuente de esperanza para toda la sociedad. Con unidad interior y con ímpetu misionero.

¿Son nuestros templos lugares de culto y encuentro, manantiales de agua viva y de eternidad? ¿El cuerpo glorioso de Jesús ensancha nuestro anhelo de plenitud y de vida eterna?

Te pedimos Padre Santo, que cada día reconozcamos que el verdadero lugar de encuentro entre Dios y el hombre lo constituye la persona de Jesús. Amén.

Bendiciones.

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