Cartas Pastorales

Contemplar el Evangelio de hoy lunes 20 de junio de 2022

Día litúrgico: Lunes 12 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 7,1-5):

Jesús dijo a sus discípulos:

No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes.

¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Deja que te saque la paja de tu ojo”, si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Palabra del Señor.

Reflexión

Con la enseñanza del evangelio de hoy Jesús pretende llamar la atención de sus discípulos sobre un peligro que los ronda: constituirse en élite, creerse superiores y apartarse de los demás, como los fariseos. Eso significa fariseo: separado. Un discípulo no debe juzgar a nadie. Juzgar corresponde únicamente a Dios. Además, ignora la intención y sin este conocimiento no se puede ejercer un juicio recto. Aún más, usarán con nosotros la misma medida que usemos con los demás.

El sentido que tiene aquí el verbo “juzgar” no es simplemente hacerse una opinión, algo que difícilmente podremos evitar, sino juzgar duramente, es decir, condenar a los demás, como se dice en el pasaje paralelo de Lucas: “No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados” (6, 37).

Una mirada al espejo, un vistazo a nuestra pequeñez e insignificancia, a nuestra “viga” en el ojo, minimizará sin duda los errores de los otros y nos hará más tolerantes y acogedores, pensando que los demás también tienen que soportarnos a nosotros. Conocer nuestras propias limitaciones, admitirlas y aceptarlas nos enseñará a saber estar y vivir con los demás. Así caminaremos en verdad y sencillez, con ánimo de compañerismo, tolerancia y comprensión hacia los demás sin condenarlos.

Si Dios es optimista respecto del hombre y lo ama a pesar de todo, el discípulo de Cristo ha de hacer lo mismo respecto de sus hermanos. Este es un camino más seguro para la realización y la felicidad personal que la trampa del engreimiento.

¿Nuestras acciones corresponden siempre con nuestras palabras? ¿Nuestras palabras son coherentes con nuestros pensamientos y son agradables a Dios? ¿Con qué facilidad ves la viga de tu ojo? ¿Quizás ves más la mota del ojo ajeno?

Bendito seas, Señor Jesús. Tú nos dijiste: “No condenen a los demás y no serán condenados”. Dichosos los misericordiosos que excusan, comprenden y aceptan al hermano tal como es, porque así es el proceder de Dios con nosotros. Danos, Señor, ojos limpios para ver lo bueno, es decir, tu imagen, en el rostro del hermano, para creer en los demás y para amar la vida con un corazón grande como el tuyo. Amén.

Bendiciones.

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