Cartas Pastorales

Contemplar el Evangelio de hoy martes de noviembre de 2021

Día litúrgico: 2 de Noviembre: Conmemoración de todos los fieles difuntos

Texto del Evangelio (): Al llegar a Betania, Jesús se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días.

Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”.

Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”.

Marta le respondió: “Sé que resucitará en la resurrección del último día”.

Jesús le dijo:

“Yo soy la Resurrección y la Vida.

El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”

Ella le respondió: “Si, Señor, creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo”.

Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy, después de la fiesta de Todos los Santos, Conmemoramos a todos los Fieles Difuntos. El evangelio  nos habla de vida. Lo que pareciera una contradicción, no lo es, pues es la realidad que Cristo vino a traer a la tierra. La fe en la resurrección es el eje central del cristianismo, por eso la fiesta que celebramos mantiene viva esta esperanza y la renueva.

Jesús va a casa de su amigo Lázaro y se encuentra a una familia desconsolada que está recibiendo los pésames de sus vecinos y parientes. Marta, hermana del difunto, sale a recibir al Maestro con todo su dolor y convencida de que el fatal desenlace no hubiera ocurrido si el amigo hubiera estado allí. Cristo la interpela y ella responde con una fe ciega en Él, en su Palabra que conocía bien. Lo que viene después ya lo conocemos: Lázaro saldrá del sepulcro…

Allí donde está Cristo está la vida. Donde Jesús mora viven la esperanza y la alegría. Con Él se acabaron las tinieblas y se abrió paso la luz. Si de verdad creyéramos en La Palabra, si la hiciéramos nuestra, la separación de un ser querido sería motivo de gozo puesto que ya vive en presencia de Dios.

Hoy es el día para celebrar a los que fueron fieles a Dios, a los que compartieron su paso por este mundo con todos nosotros. Es humano llorar su pérdida, pero debemos hacer el esfuerzo de superar la tristeza y ver con los ojos del alma que con Cristo seremos resucitados. No digamos como Marta “Señor si hubieras estado aquí…” porque a Cristo lo tenemos todos los días con nosotros en el sagrario, en la Escritura y si lo tenemos con nosotros ¿por qué temer a la muerte?

“Yo soy la resurrección y la vida?… ¿Crees esto?” “Sí, Señor: yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios”. Jesús actúa con eficacia allí donde la muerte quiere hacerse sentir con su carga de desaliento y desesperanza. Frente a los signos de muerte que nos rodean, en medio de tantos hermanos y hermanas que viven como en una tumba, invoquemos con la fe de Marta y María, la presencia de Jesús para que haya vida.

¿Cuál es el sentido cristiano de este día? ¿Qué luz nos viene de la Palabra de Dios? ¿Vivimos en la esperanza de una vida eterna liberada de la muerte? ¿Con qué frecuencia oramos por nuestros seres queridos que ya han partido?.

Señor Jesús, que eres un Dios de vivos y no de muertos, que siempre nos llamas a la vida, ponemos en tus manos a todos nuestros parientes y amigos difuntos, los confiamos a tu infinita misericordia. Amén.

Bendiciones.

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