Cartas Pastorales

Contemplar el Evangelio de hoy martes 13 de julio de 2021

Día litúrgico: Martes 15 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 18, 1-4):

Los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: “¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?”.

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: “Les aseguro que, si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.

Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy la Iglesia celebra a Santa Teresa de los Andes, quien con tan solo 20 años se convirtió en la primera chilena en llegar a los altares.

Nació en Santiago de Chile el 13 de Julio de 1900 y fue bautizada con el nombre de Juanita Fernández Solar. Cursó sus estudios en el Colegio del Sagrado Corazón, de Santiago. En 1919, ingresó en la Orden de las Carmelitas Descalzas de Los Andes.

Alegre, servicial, comunicativa y bromista, puso todo su amor en Cristo, en la Eucaristía, en la Virgen y en la oración. Buscó siempre ofrecer su vida a Jesús, a favor de la humanidad. Murió el 12 de abril de 1920, a los 19 años de vida y a los once meses de carmelita.

Tras su muerte, sus compañeras carmelitas aseguraban que había entrado al convento, ya siendo una santa.

“CRISTO, ESE LOCO DE AMOR, ME HA VUELTO LOCA”, solía decir la joven Teresa sobre su constante anhelo de configurarse con Jesús.

Fue beatificada por San Juan Pablo II en Santiago de Chile el 3 de abril de 1987, y canonizada por el mismo Pontífice en Roma el 21 de marzo de 1993.

El evangelio de hoy, de algún modo nos habla de su vida, de lo que significa la alegría, la humildad, la sencillez, el abandono, porque para entrar en el Reino de los cielos, hace falta un pasaporte: ser pequeño.

El Señor nos enseña en este evangelio que ser pequeño significa volver a ser niño, lo que, por cierto, implica un cambio, “una conversión”, recuperar cada día aquel tesoro que se va desgastando con los años.

Un niño tiene las manos pequeñas. Todo le queda grande, todo le sobrepasa, en todas las sillas sus pies quedan colgando. Pero es feliz aunque no tenga el control de todo. Más aún: su felicidad consiste en que no quiere controlarlo todo.

El niño vive para recibir, para descubrir, para sorprenderse. La grandeza de un niño no está en su poder sobre cosas y personas; más bien él es libre de este deseo de gobernar su mundo.

Ante la pregunta ¿Quién es, el mayor en el Reino de los Cielos?, el Señor nos responde con la imagen de un pequeño niño, y podríamos decir también, con el testimonio silencioso, pero radical de Santa Teresita de Los Andes. A Dios, poco le importa el rango o el puesto que ocupemos en la comunidad, el más humilde, será grande ante Él. Se identifica con los pequeños, con los marginados, con aquellos que desde esa pequeñez, reconocen y dejan actuar la grandeza de Dios.

¿Qué me dice hoy, la figura y el testimonio de Sta. Teresita de Los Andes? ¿Cómo me hago niño para dejarme sorprender y abandonarme en las manos del Padre? ¿En mi día a día como cristiano actúo buscando el reconocimiento de los demás?

Teresa de los Andes, hija predilecta de la Iglesia chilena, religiosa del Carmelo, amiga de los jóvenes, servidora de los pobres, ruega por nosotros cada día. Amén.

Bendiciones.

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