Cartas Pastorales

Contemplar el Evangelio de hoy miércoles 29 de octubre de 2025

Día litúrgico: Miércoles 30 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 13,22-30):

Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.

Una persona le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?” Él respondió: “Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: «Señor, ábrenos». Y Él les responderá: «No sé de dónde son ustedes». Entonces comenzarán a decir: «Hemos comido y bebido contigo, y Tú enseñaste en nuestras plazas». Pero Él les dirá: «No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!” Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.

Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos”.

Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy, el evangelio nos sitúa ante el tema de la salvación de las almas. Éste es el núcleo del mensaje de Cristo y la “ley suprema de la Iglesia”. La salvación del alma es una realidad en cuanto don de Dios, pero para quienes aún no hemos traspasado las lindes de la muerte es tan solo una posibilidad. ¡Salvarnos o condenarnos!, es decir, aceptar o rechazar la oferta del amor de Dios por toda la eternidad.

Varias veces escuchamos en el evangelio aquello de “los últimos serán los primeros” Y hoy viene a colación de la pregunta que le hacen a Jesús sobre el número de los que se salvarán. Y Él les responde que procuren entrar por la puerta estrecha, es decir: que huyan de los caminos fáciles y se esfuercen para alcanzar la salvación.

El Papa Benedicto XVI nos preguntaba: «¿Qué significa esta ‘puerta estrecha’? ¿Por qué muchos no pueden pasar por ella? ¿Es un pasaje reservado para algunos elegidos?». ¡No! El mensaje de Cristo «nos dice que todos podemos entrar en la vida. El pasaje es ‘estrecho’, pero abierto a todos; ‘estrecho’ porque es exigente, requiere compromiso, abnegación, mortificación del propio egoísmo».

Jesús no nos proporciona recetas fáciles para salvarse, lo que vale, cuesta. Ser cristiano nunca ha sido una tarea fácil y en los asuntos del alma no valen los atajos. Y mucho menos podemos pretender entrar en el Reino de los Cielos si obramos con iniquidad, es decir con maldad, y luego queremos que el Padre nos trate como si nada hubiera pasado. Dios es misericordioso, pero también es justo. Ser cristiano supone seguir las huellas de Cristo, obrar el bien, practicar la justicia, vivir la caridad. Todo es “pasar por la puerta estrecha”. A veces no es sencillo, hay muchas cosas que nos distraen, muchas tentaciones a nuestro alrededor, y por eso es necesaria la oración personal, el trato cotidiano con el Señor, leer las Escrituras, el frecuentar los Sacramentos, esas son las herramientas con las que contamos para caminar por el mundo. Dios quiere salvarnos, pero con la condición de que le demos una respuesta clara de fe y de vida auténtica.

El mensaje de Cristo es universal, al final de este pasaje nos dice cómo vendrán gentes del norte y del sur, del oriente y el occidente a sentarse a la mesa del Señor. Los judíos se tenían por privilegiados y seguros de alcanzar la salvación, por el hecho de pertenecer al pueblo elegido de Dios. Pero Jesús parece relativizar esta seguridad, ya que si no viven conforme a esa pertenencia y a esa Alianza, todos serán tratados igual. Aunque hubieran comido con Él, aunque le hubieran escuchado predicar, si no habían hecho suyas sus palabras de poco les valdría. Y así también nosotros: aunque vayamos a misa los domingos, aunque cumplamos los preceptos, si no obramos en consecuencia y nos esforzamos en pasar por la puerta estrecha de poco nos habrá servido.

Conversión urgente, antes de que se cierre la puerta; mañana puede ser tarde. ¿Y si llegáramos tarde al Reino de Dios por entretenernos en lo que no vale la pena? Interrogarse por la salvación y desear alcanzar la vida eterna es consecuencia lógica de nuestra fe y nuestra esperanza cristiana.

Es de esperar que nosotros estemos bien orientados en el camino y que lo sigamos con corazón alegre. Para que al final no tengamos que estar gritando: “Señor, ábrenos”, ni oigamos la negativa: “No sé quiénes son”, sino la palabra acogedora del Señor: “Vengan, benditos de mi Padre, reciban la herencia del Reino preparado para ustedes”.

¿Cómo hemos de actuar para no quedar excluidos de la salvación que Dios ofrece a todos? ¿Nos dejamos guiar y atraer por la vía estrecha y exigente del evangelio o seguimos más bien la vía ancha y fácil, que consiste en hacer lo que a uno le place? ¿De qué modo nos estamos preparando para entrar por esa puerta angosta que lleva al banquete del Reino?

Señor Jesús, muchas son las tentaciones que pueden cerrar la puerta de la salvación; no permitas que nos desviemos del camino que nos lleva al cielo. Que tu Espíritu venga en ayuda de nuestra debilidad, pidiendo para nosotros lo que nos conviene. Amén.

Bendiciones.

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