Día litúrgico: Martes 27 del tiempo ordinario
7 de octubre: La Virgen del Rosario
Texto del Evangelio (Lc 1, 26-38):
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”.
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.
María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?”
El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”.
María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra”.
Y el Ángel se alejó.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy celebramos a María Santísima bajo la advocación de «Nuestra Señora del Rosario». Esta fiesta fue instituida por el Papa san Pío V el 7 de Octubre, aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la Batalla naval de Lepanto en el año 1571. Si bien las fuerzas turcas eran muy poderosas, los cristianos obtuvieron la victoria por la intercesión de María y el rezo del Santísimo Rosario.
¿Qué mejor manera de honrar a nuestra Madre que rezar el Rosario? ¡Tantas veces Ella misma se ha aparecido con “rosario en mano”! ¡A Ella le gusta! ¿Por qué? La razón es la siguiente: aunque el rezo del Rosario es una manifestación de piedad mariana, su fundamento es cristológico. Dicho llanamente: el protagonista del Santo Rosario es Jesucristo mismo, el Hijo de Dios nacido de María Santísima. Los diversos misterios del Rosario, son como “fotografías” de momentos emblemáticos de la vida de Jesús vistos desde la mirada de María.
El relato de la Anunciación nos acompaña frecuentemente en las fiestas de la Virgen. Es un texto admirable donde queda patente la valentía, la sensibilidad y la fe de María. El saludo del ángel la desconcierta y provoca en ella una serie de preguntas, propias de una situación inesperada. No rechaza la razón y, tras la turbación inicial y la explicación del ángel, con naturalidad pregunta: “¿Cómo será eso pues no conozco varón?”. La pregunta de María es lógica y la respuesta del ángel completa el diálogo de forma sencilla.
María asume el mensaje y acepta la propuesta de Dios y pronunciará esa frase definidora de su fe: “Aquí está la esclava del Señor, que me suceda según dices”. Son palabras expresión de una fe honda y una seguridad en la acción de Dios en ella. Esa decisión condicionará su vida para siempre.
El paso dado por la Virgen supone someter su vida al cumplimiento de la misión encomendada. Las explicaciones que ella ha pedido no van más allá de lo que le proponen. La fe de María acoge con decisión su misión sin dudar ni sopesar las consecuencias del paso dado. La fe profunda de María se expresa en esas palabras. Ahí queda de manifiesto su confianza en Dios. Todo lo que pueda suceder posteriormente será asumido como parte de la respuesta dada con sencillez y confianza. Será la madre del Redentor. Un paso trascendental en la historia de la humanidad: Dios habitará en su seno y la convertirá en “su” madre. Será la madre del Mesías esperado y así se convertirá también en madre de todos los hombres.
Ante el texto de la Anunciación podemos pensar en nuestra reacción ante las propuestas que el mismo Jesús hace. Los hombres pedimos con frecuencia condiciones para pronunciar nuestro sí a esas propuestas. Queremos conocer las consecuencias de nuestras decisiones y así poder aceptar o rechazar lo que Él ofrece. En esta fiesta de María, merece la pena aprender a confiar en Dios y asumir su voluntad desde la sencillez y la generosidad de María, sabiendo que en esa entrega expresamos realmente nuestra fe.
Hay quienes pueden caer en la más profunda oscuridad, presas del mal. Gracias a Dios, hay otros que nos recuerdan que de allí se puede salir si tomamos fuerte la mano de María, como Bartolo Longo. Él la amó tanto a través del rezo del Rosario que San Juan Pablo II lo llamó “el hombre de la Virgen”.
La celebración de este día es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios. Hoy, no estamos invitados a conmemorar un acontecimiento lejano, sino a descubrir el lugar de María en el misterio de la salvación.
La generosa disposición de María al proyecto de Dios ¿De qué modo puede inspirar mi compromiso de fe? ¿Abro mi corazón al mensaje del Señor? ¿Soy obediente, como María, a la Voluntad de Dios? ¿Dónde expreso mi “sí” a Dios cada día? ¿Dónde hallo más resistencia a vivirlo?
Te damos gracias Señor, por darnos a María como madre y modelo de nuestra vida. Contemplar su gozo, su actitud de acogida y aceptación, su humildad, nos motivan a seguir su ejemplo.
Nuestra Señora del Rosario ¡Ruega por nosotros! Amén.
Regina Coeli Una Señal de Esperanza