Cartas Pastorales

Contemplar el Evangelio de hoy jueves 18 de agosto de 2022

Día litúrgico: Jueves 20 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 22,1-14):

En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: “El Reino de los Cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero estos no quisieron ir. Envió de nuevo a otros criados que les dijeran: ‘Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda’. Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron. Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.

Luego les dijo a sus criados: ‘La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren’. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados. Cuando el rey entró a saludar a los convidados, vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y preguntó: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?’. Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados: ‘Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos”.

Palabra del Señor

Reflexión

El evangelio de hoy contiene una parábola principal: la del banquete de bodas, y otra secundaria, independiente en su origen, pero unida a la misma por el evangelista: la del traje de fiesta.

El Reino de Dios es comparado por Jesús al banquete que un rey celebra con motivo de la boda de su hijo. Al festín son invitadas varias personas que por diversas razones se excusan de asistir. Algunos incluso maltratan y asesinan a los mensajeros que el rey les envía por segunda vez. Como represalia este destruye la ciudad de los homicidas; y al quedar excluidos los primeros invitados, el rey extiende la invitación a todos los viandantes ocasionales. De esta suerte la sala de banquete se vio pronto llena de comensales, “buenos y malos”, se dice en Mateo; “pobres, lisiados, ciegos y cojos”, especifica Lucas en el lugar paralelo (14, 15ss).

Cuando el rey entra a saludar a los comensales, repara en uno que no lleva traje de fiesta, por lo que es echado fuera; “porque muchos son los llamados y pocos los escogidos”. Conclusión que parece no cuadrar con lo expuesto anteriormente, pues la sala está llena de comensales y tan solo uno es excluido como invitado indigno, por no llevar vestido apropiado.

Sin duda, el evangelista adosó esta segunda parábola con una marcada intención catequética. ¿Qué significa el comensal expulsado y condenado? Aun admitiendo las libertades alegóricas de una parábola, parece absurdo que el anfitrión exija etiqueta y protocolo a invitados tan casuales como los de la segunda tanda. ¿Qué secreto encierra tal severidad?

La adición de Mateo es un aviso para todos los miembros de la comunidad mediante un ejemplo individualizado. Hay que evitar el error que podría crear el hecho de una invitación universal al Reino. Los llamados por Dios gratuitamente, tanto judíos como gentiles, no deben engañarse con una falsa seguridad de salvación, “porque muchos (todos) son llamados y pocos elegidos” en el juicio de Dios.

Hoy  celebramos la memoria de San Alberto Hurtado, nuestro primer santo chileno. Alberto Hurtado Cruchaga nació el 22 de enero de 1901, en Viña del Mar, en el seno de una familia católica. Sus padres: Alberto Hurtado y Ana Cruchaga.

San Alberto Hurtado siempre se esforzó en imitar a Jesús en las cosas sencillas de cada día. Como Cristo se dedicó a los pobres y huérfanos preocupándose por darles una vida digna. Se caracterizó por su fortaleza,  su generosidad y su entrega incondicional a Dios.

Su más grande  obra fue la creación del “Hogar de Cristo”, una casa de acogida para los pobres y niños que encontraba abandonados, allí les daba alimento y refugio -un poco de leche caliente y una cama para pasar la noche.

Un aspecto muy importante de su vida fue el trabajo intelectual. Publicó libros y dio conferencias sobre los temas que le apasionaban: el sacerdocio, la adolescencia, la educación, el orden social y el catolicismo. Se dio tiempo hasta para fundar una revista a la que llamó “Mensaje”, además de otras publicaciones que promovió con la Acción Sindical Chilena.

Pese a la cantidad de tareas impuestas, nunca dejó de realizar dirección espiritual. Con su mejor sonrisa recibía y escuchaba a sus “patroncitos”, como solía llamar a sus dirigidos.

Tenía 51 años cuando le diagnosticaron cáncer. A pesar de los fuertes dolores de su enfermedad, siguió trabajando por Cristo desde su habitación en el Hospital Clínico de la Universidad Católica. La enfermedad no le quitó ni la alegría ni la paz. Aún estando delicado siempre tenía una palabra de esperanza y apoyo para quien lo necesitase. Repetía constantemente: “Contento, Señor, contento”.

Partió a la Casa del Padre el 18 de agosto de 1952 a la edad de 51 años. En la homilía de despedida Monseñor Manuel Larraín, obispo de Talca, afirmó: “Si silenciáramos la lección del Padre Hurtado, desconoceríamos el tiempo de una gran visita de Dios a nuestra patria”.

Fue beatificado

El 16 de octubre de 1994, por San Juan Pablo II y canonizado el 23 de octubre de 2005 por el Papa Benedicto XVI.

¿Somos consciente de la presencia del Espíritu del Señor en nosotros, que nos lleva a tener un corazón sensible y generoso respecto de Dios y de nuestros semejantes?

Señor Jesús, danos la gracia de ser fieles imitadores de San Alberto Hurtado,  sirviendo a nuestros hermanos más pobres y abandonados. Amén.

Bendiciones.

(Visited 51 times, 1 visits today)