Cartas Pastorales

Contemplar el Evangelio de hoy jueves 14 de octubre de 2021

Día litúrgico: Jueves 28 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 11,47-54): Jesús dijo a los fariseos y a los doctores de la Ley: “¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.

Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: “Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos”. Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.

¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden”.

Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.

Palabra del Señor.

Reflexión

En el Evangelio de hoy, el Señor  continúa valientemente desenmascarando las actitudes de los fariseos y maestros de la ley. Pero sus palabras nos interpelan y nos exigen una respuesta también a nosotros, seamos dirigentes o no.

A medida que avanza el Evangelio de Lucas, Jesús puede ser visto como estando en un permanente enfrentamiento con los líderes políticos y religiosos de los judíos. Él se vuelve cada vez más franco. Hoy eleva su tono acusatorio, y tensa un poco más la cuerda de los que le escuchan. Se dirige a los juristas que se han quedado con la llave del saber, y les dice que ellos no han entrado e impiden cerrando el paso a que otros puedan entrar.

Al considerarse los únicos y verdaderos intérpretes de la ley de Dios, tratan de provocar a Jesús alrededor de la interpretación de la Biblia para poder cazar con insidias algunas palabras de su boca. Así continúa y crece la oposición contra Jesús y crece el deseo de eliminarlo.

Los dirigentes religiosos identifican la sabiduría de Dios con su humano saber. Se sienten propietarios, no comunicadores, de la verdad de Dios. Por eso, la manipulan, la condicionan, echan a los demás “unos fardos” que ni ellos soportan ni son voluntad de Dios. Se sienten tan seguros y cerrados sobre sí mismos que persiguen y matan a los profetas, a los enviados por Dios para señalar su camino de salvación. No aceptan la novedad que Jesús trae al mundo, metidos como están en sus ritos y formalismos.

Estas advertencias que el Señor les dirige, nos traen a la memoria que seremos examinados en el amor, -como bien nos recuerdan los santos-, nos ponen delante el mandamiento nuevo, que es el termómetro que mide nuestras acciones para con nuestro prójimo, con aquel que comparto mi vida, mi tiempo, en definitiva con el que convivo y transcurre mi peregrinar por este mundo. ¿has amado? ¿has servido? ¿has mejorado la vida de los que te rodean? ¿has aportado el amor de Dios entre los que el Señor pone en tu camino?

Hay acciones que son consecuencia de lo que se vive en el interior del corazón. Y si allí no hay bondad, no habrá obras buenas.

Hoy como ayer, muchos cristianos son perseguidos, igual que Jesús y los profetas. La vida y la palabra de los profetas y apóstoles, con frecuencia, chocan con los egoísmos del mundo, pero aún así es necesario que

los cristianos retomemos nuestro papel como profetas. Hombres y mujeres que sepan hablar con valentía, que tengan el coraje de anunciar el Reino y de denunciar aquello que se opone a éste.

No es fácil, pues la suerte del profeta siempre es la misma: el desprecio, el descrédito, incluso la muerte. ¿Cómo podemos quedarnos callados cuando vemos que nuestro mundo va caminando hacia la oscuridad; cuando los valores morales van desapareciendo, cuando el cristianismo se ha hecho una rutina ritual en lugar de ser una forma de vida? ¿No te parece que ya es tiempo de tomar de nuevo nuestro papel como bautizados, como heraldos del evangelio?

¿Qué tanto de fariseo y escriba tengo en mi vida cotidiana?

¿Se ha ido de nosotros el amor y el cuidado hacia nuestro prójimo?

Señor Jesús, con frecuencia desatendemos las palabras de quienes nos invitan a llevar una vida coherente; ilumínanos con tu amor para cambiar nuestra forma de vivir y pensar. Amén.

Bendiciones.

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